Quienes ya usan bicicletas eléctricas, lo tienen claro. No existe mejor opción para realizar recorridos por la ciudad de un modo cómodo y eficiente, porque con la e-bike ganamos todos.
Gana el usuario, que obtiene un medio de transporte funcional con el que puede recorrer las calles de su ciudad, incluso las más elevadas, de un modo ágil, sin sobresfuerzos (¡sweat free!) y por un precio más que competitivo (además, cada vez existen más soluciones para facilitar el “acceso” a este tipo de vehículos).
Y, por supuesto, gana el planeta, porque usar una e-bike en vez de un coche ayuda a disminuir la huella de carbono que genera el transporte urbano, una reducción que se sitúa muy por encima de la que ofrecen hoy otros vehículos eléctricos.
Párate a pensar en esto: A diario se realizan en nuestro país 123 millones de desplazamientos, de los cuales más del 50% son trayectos urbanos inferiores a 10 km con una velocidad media de 10 km/h. Además, se prevé que en 2050 el 68% de la población vivirá en ciudades.
Tal como revela el informe Urban Mobility Next 6 “Regulación de acceso de vehículos urbanos: del diseño a la aplicación”, el 94% de la población urbana en Europa está expuesta a niveles de contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2) que superan las recomendaciones marcadas por la OMS.
Ante este escenario, la bici eléctrica es, indiscutiblemente, la respuesta de transporte más eficiente, saludable y sostenible para realizar recorridos urbanos de hasta 15 km.
Se trata de una realidad cada vez más asumida entre los usuarios, tal como reflejan los últimos datos publicados por la Asociación de Marcas y Bicicletas de España (AMBE) sobre las ventas de bicicletas eléctricas en el país, que indican que en 2021 el volumen aumentó en un 5,3 % (223.561 unidades). Además, la previsión para finales de este año es que la flota total de bicicletas eléctricas en las carreteras de España supere el millón de unidades.
Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer. Si levantamos la vista hasta nuestros vecinos de Alemania, podremos observar un país en el que, tan solo en los primeros seis meses del año pasado, se vendieron 1,2 millones de bicicletas eléctricas.
Y ahí es donde queremos llegar.
Porque en PANOT creemos firmemente en el poder transformador de la bicicleta y en su impacto en la nueva cultura de la movilidad urbana. Creemos que un cambio real en el modo de desplazarnos, mucho más sostenible y respetuoso con el planeta, es posible. La respuesta tiene dos ruedas y hoy, más que nunca, está al alcance de nuestras manos.
Si todos nos desplazáramos diariamente en bicicleta sería posible reducir las emisiones de dióxido de carbono del mundo en casi 700 millones de toneladas al año, el equivalente a las emisiones anuales que genera Canadá, tal como apunta un estudio realizado por la revista Communications Earth and Environment.
Pero no valen excusas. Todos somos ya muy conscientes de que nuestras acciones inciden de modo directo en nuestro bienestar y en el de todos. Si queremos apostar por una mayor calidad de vida, unas ciudades más inteligentes y una mayor protección de nuestro entorno, solo existe una respuesta: compromiso y acción.
¿Cómo pueden las ciudades promover el uso de la bicicleta eléctrica?
En definitiva, las ciudades pueden promover el uso de la bicicleta eléctrica poniéndoselo un poco más fácil a los usuarios. Porque está claro que este debe ser el presente de la movilidad urbana sostenible si queremos contribuir de verdad a la consecución de las ciudades sin carbono. Solo falta el compromiso por parte de todos… y ponernos a pedalear.